¿Tienes presente la sensación de perder algo? Lo que sea, desde algo material, económico, personal y/o emocionalmente, de la manera que sea; como seres humanos no se siente bien “perder” algo (o a alguien).
¿Por qué nos aferramos tanto a lo que “tenemos”? ¿Qué nos hace tan difícil renunciar o simplemente soltar?
Si observas a un bebé, el impulso de aferrarse a sus juguetes, a su biberón, a su peluche es muy instintivo. Parece que se trata de algo que ya viene en nuestro cableado innato. Desde el momento del parto, si acercas tu mano a un recién nacido se aferrará a ella aunque sólo pueda prenderse de uno de tus dedos. Es un impulso natural…
Sin embargo, al paso de los años nos vamos aferrando a otras cosas (entiéndase bienes materiales, intangibles, personas o relaciones) cada vez más complejas. No es sólo un juguete o un biberón, sin duda. Con la única diferencia de que ya no somos recién nacidos. Aparentemente, ya sabemos conscientemente a qué nos estamos aferrando, incluso a “cosas” que son nocivas en nuestras vidas.
¿De qué te acuerdas tú? ¿A qué te has aferrado más en tu vida? ¿Por qué has estado dispuest@ a perder otras cosas? Puede ser desde un sueño, un camino profesional, una relación, un noviazgo, hábitos (buenos o malos), recuerdos, etc. ¿Qué has aprendido en esas situaciones?
Estoy seguro de que cada quién ha desarrollado su propia experiencia en este tema. El dolor de la pérdida lo venimos sufriendo desde el momento de nacer. Desde que -sin preguntarnos- nos expulsan del vientre materno, (un espacio cálido y cómodo) al mundo exterior, aún sin saber usar nuestros pulmones y sin una cobijita que nos abrace.
Lo que sí te cuento, con más de 30 años de edad, múltiples pérdidas a lo largo de mi vida y la experiencia personal que cada una de ellas ha representado en mi camino, te aseguro, pocas cosas son tan liberadoras y transformadoras como la renuncia y el saber soltar, aunque me haya muerto de miedo, de ansiedad, de culpa antes de tomar esa decisión. Soltar se siente igual de bien que respirar hondo, igual de bien que una carcajada sincera, igual de bien que cualquier emoción expansiva.
No me quiero meter mucho en contenido sobre el principio de vacío, pero aplica igual para todo en lo que lo pruebes. Si vacías tu clóset, tendrás espacio para nuevas prendas. Si sacas de tu recámara las cosas viejas, no hay duda de que nuevas cosas vendrán a ella. Lo mismo pasa con tu vida. Y duele darte cuenta de que ya no te funcionan ciertas relaciones, o que tu trabajo ya no te llena, o que quizá tienes hábitos que se oponen totalmente al tipo de persona que quieres ser… Eso ocurre todo el tiempo en la vida, acostúmbrate a ello. Sé feliz con la idea de soltar y de renunciar. Date la oportunidad de encontrar en la renuncia el impulso para dar un salto cuántico en tu vida. Cualquier miedo se hace nada con la confianza que adquieres cuando renuncias a aquello por lo que alguna vez diste la vida. La recompensa lo vale.

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